Odio los domingos con todo mi corazón.
Hoy fue de esos domingos asquerosos, en los que me levanto tarde porque me vienen a buscar luego, donde me quedo mirando por largos minutos el mural a medio terminar en mi pared y donde me es imposible no derramar sus par de lagrimas acumuladas de la semana, donde me tengo que ir, donde me vas a dejar a la puerta, donde te llamo a las 11 a ver si ya hiciste la maleta, odio los domingo, odio que te vayas, odio que no me puedas dar un abrazo, odio tanto que estén lejos, odio estar y sentirme sola.
Tantas veces me gustaría volver el tiempo atrás y disfrutar todo lo que no disfruté, estar contigo, volver a caminar por la calle de Angelmó, disfrutar de esa lluvia rica y volver a sentarme frente a Isla Tenglo contigo de la mano, volver a disfrutar de tus besos, de tus abrazos, de tus manos, de tus ojos reflejando la luz del sol, de los cariños a los perros, de los temblorcitos, del pasto, odio las cosas que quedaron por hacer, odio quererte tanto y sentirte tan lejos, odio sentir que ya no ocupo pensamiento en tu cabeza, odio sentir que me olvidaste, odio saber que ya no me quieres, lo odio, te odio, me odio profundamente por estar así, así de patética, así de destruida, yo no quería que esto me volviera a pasar...
Odio que te vayas lejos, odio que no estes conmigo, odio tener que venirme los domingos, odio que me llames 3 veces al día y que estes tan lejos, odio la carretera que te lleva lejos, me odio por ser tan cobarde y no decirte que quiero que vuelvas, que me da lo mismo estudiar y trabajar y prostituirme si es necesario, pero que estes aquí.
Odio los domingos, con su aire nostálgico y su tarde lenta, los odio.